jueves, 17 de febrero de 2011

Viaje a Londres 1ª parte - Mi primer vuelo

Los pasados 3, 4 y 5 de febrero tuve la suerte de poder ir a Londres con mi cuñado. Un viaje chulísimo, y una ciudad que merece mucho la pena.
Aparte, era mi primera vez en avión. Más de 30 tacos y sin haber hollado aún el cielo, jejeje. En fin, toda una experiencia…
Pues nada, en varios episodios iré poniendo la memoria del viaje que hicimos y algunos consejos prácticos si queréis ir.

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Comienzo el relato de mi periplo londinense con el apartado dedicado a mi primer vuelo. Salimos del aeropuerto de Bilbao para ir al de Heathrow de Londres. Éste es el que no venía mejor, pues tiene metro que va desde allí al centro y así nos ahorrábamos tener que andar cogiendo tren.

Bueno, en el aeropuerto de Bilbao… Un aeropuerto muy sencillito…



Ya llega nuestro avión de su anterior destino.





¡Preparados para el abordaje!



Mientras la gente baja, los encargados van "maltratando" los equipajes de la bodega…



Y luego bajamos a nuestra puerta de embarque. Haciendo cola…



Y por fin en el avión. Ésta es mi ventana. Mi primera ventana de un avión. Asiento 15 A.



Y tras la impresión del fuerte acelerón del despegue, nos elevamos por el cielo…



¡Adiós Bilbao!



¡Adiós costa de España!



Según nos elevamos se distinguen las cimas de los Picos de Europa. ¡Qué pasada!



Y luego, paisajes cambiantes de nubes sobre el mar. Una sensación rarísima. A pesar de la emoción me dormí un rato (como no puede ser de otro modo… yo creo que me dormí allí en casi todos los transportes públicos…).



Y tras poco más de una hora en el aire empezamos a ver la costa de Inglaterra.



Y empieza a verse Londres. ¡Qué ciudad tan enorme!



¿Te suenan las vistas, Abel?









El avión pega un enorme giro para dirigirse al aeropuerto…



Y ¡voila! ¡¡Por fin llegamos!!



De aquí al metro y una horita hasta Russel Square, donde nos bajamos y cometimos el craso error de subir por las escaleras. Ponía que había 170 y pico escalones y recomendaban el ascensor… pero dijimos ¡Bah, tampoco son tantos! Y por no hacer cola tiramos para arriba. ¡¡Madre mía!! Menuda escalera de caracol inacabable. Parecía que subíamos a la torre de la Catedral de Toledo por escaleras…
El caso es que superamos la prueba (para un montañero eso no es nada! jejeje) y llegamos al hotel. Cutre, pero barato y bien situado.
Y nada, tras dejar las cosas nos fuimos a dar una vuelta… Pero eso vendrá en la siguiente entrega.

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